Un sueño lúcido ocurre cuando te das cuenta de que estás soñando mientras sueñas. Para lograrlo, mejora tu recuerdo de sueños anotándolos al despertar. Durante el día, haz “pruebas de realidad”, como preguntarte si estás soñando. Mantén horarios regulares de sueño y duerme bien. Antes de dormir, repite la intención: “sabré que estoy soñando”. Cuando te des cuenta dentro del sueño, mantén la calma y concéntrate en detalles para no despertarte.
Al terminar de leer el libro para aprender a tener sueños
lucidos, Abril se propuso como objetivo que esta noche experimentaría uno.
Al llegar el momento de dormir, Abril se acostó y mentalizo todos los consejos que había aprendido. A los pocos minutos ya estaba durmiendo. A las horas logro darse cuenta que estaba soñando.
En el sueño, ella se veía a sí misma con unos años mas, vestida de negro y con unos niños a su alrededor, había familiares. Estaba en un cementerio, despidiendo a una persona. Se acerco para ver quién era la persona fallecida y al acercarse el cura que oficializaba la ceremonia, estaba diciendo unas palabras:
-Hermanos, hoy no venimos a decir adiós, sino gracias. Gracias por la vida que pasó entre nosotros, por las huellas que dejó. Dios recibe ahora a este hijo con los brazos abiertos. Que el dolor no cierre nuestro corazón, que el amor lo mantenga despierto. Descansá en paz Facundo; nosotros seguiremos caminando, llevando tu recuerdo como una luz suave que no se apaga.
Abril se dio cuenta que la persona que estaban enterrando era su esposo en el futuro, con quien había tenido tres hijos. En ese momento sonó el despertador para ir a la facultad.
Antes de arrancar el día, tomo su cuaderno y anoto lo que había soñado. Hoy era su ultimo día de facultad, ya que empezaba sus vacaciones, se iría a San Marcos Sierra con su familia.
Ya en el hospedaje de San Marcos Sierra, toda la familia se preparaba para ir al río Quilpo a pasar el día. Cuando llegaron se instalaron al costado del río bajo la sombra de un árbol. Abril se fue a caminar por la orilla.
Mientras caminaba iba sacando fotos, a pájaros, flores, insectos, tortugas de agua y de repente se paralizo. Vio a un joven que estaba practicando Stone Balance, Abril sintió una atracción instantánea hacia ese chico de pelo largo. Apunto la cámara para captar el momento, cuando el joven se dio vuelta hacia ella. Abril se apeno de la situación, pero el joven la llamo para que equilibre piedras con él.
Compartieron toda la tarde y el joven la invito a un bar del pueblo porque tocaba con su banda. Cuando Abril se despidió, le pregunto cuál era su nombre, el joven respondió Facundo. Abril se congeló al escuchar el nombre, recordó el sueño lucido que había tenido.
Los días de verano transcurrieron para Abril de pura felicidad, se había enamorado de Facundo ya habían tenido relaciones y compartido muchos momentos que quedarían en su memoria.
Terminaron las vacaciones y Abril ya estaba otra vez en la ciudad y se preparaba para volver a la rutina. Seguía en contacto con Facundo pero sabía que lo que había pasado entre ellos fue un amor de verano.
Lo único que le preocupaba era que tenía un atraso de unos días. Le contó a su mejor amiga del atraso y le sugirió que se haga un test de embarazo.
Toda la felicidad que tenia se transformó en agridulce cuando vio el resultado del test, había dado positivo. En ese momento pensó en el sueño lucido. Pensó si el Facundo del cementerio era el mismo que conoció en San Marcos Sierras y ahora el padre de su primer hijo. Tenía la obligación de contarle a Facundo del embarazo y que él tomara la decisión.
Abril pensó en el aborto, pensando que si empezara una vida con Facundo terminaría viuda con tres hijos y con una profunda tristeza por la pérdida del amor de su vida.
Abril entendió que el sueño no era una profecía sino un mapa dibujado con agua. El miedo era una sombra larga al atardecer, exagerada por la luz baja. La vida, en cambio, corría como el río Quilpo: no se devuelve, pero tampoco se detiene. Guardó el test como quien guarda una semilla temblorosa en el puño. Eligió no vivir dentro de un ataúd anticipado. Si el amor era un incendio, aceptó quemarse. Y si el destino era un sueño lúcido, decidió abrir los ojos y caminarlo despierta.
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